1.-En la Iglesia Cristiana La Roca creemos en la autoridad absoluta de la Biblia sobre nuestras vidas. Está basada en nuestra convicción de que este libro no contiene meramente la Palabra de Dios, sino que es la Palabra de Dios, en su totalidad y en cada una de sus partes. (2 Timoteo 3:16-17), y son la revelación de DIOS para el hombre, (2 Pedro 1:20-21).
Creemos que nada del mensaje de las Escrituras nace de la opinión privada o particular del escritor (2 Pedro 5:20), y que cada escritor que participó en la producción de las Sagradas Escrituras fue «movido por» (literalmente «llevado, conducido») por el Espíritu Santo.
2.-Creemos en un Dios, quien es Creador de todo (Deuteronomio 6:4; Colosenses 1:16), que se ha revelado en tres Personas distintas – Padre, Hijo y Espíritu Santo (2 Corintios 13:14), aunque es uno en presencia, esencia, y gloria (Juan 10:30).
Dios es eterno (Salmo 90:2), infinito (1 Timoteo 1:17), y soberano (Salmo 93:1). Dios es omnisciente (Salmo 139:1-6), omnipresente (Salmo 139:7-13), omnipotente (Apocalipsis 19:6) e inmutable (Malaquías 3:6).
Dios es santo (Isaías 6:3), justo (Deuteronomio 32:4) y recto (Éxodo 9:27).
Dios es amor (1 Juan 4:8), compasivo (Efesios 2:8), misericordioso (1 Pedro 1:3) y bondadoso (Romanos 8:28).
3.-JESUCRISTO
Creemos en la deidad del Señor Jesucristo. Él es Dios encarnado, Dios en forma humana, la imagen misma del Padre, quien sin dejar de ser Dios, se hizo hombre para poder revelar a Dios y proporcionar los medios de la salvación para la humanidad (Mateo 1:21; Juan 1:18; Colosenses 1:15).
Creemos que Jesucristo fue concebido por obra del Espíritu Santo y nació de la virgen María; que Él es verdaderamente Dios y verdaderamente hombre; que vivió una vida perfecta y sin pecado; y que todas sus enseñanzas son verdaderas (Isaías 14; Mateo 1:23).
Creemos que el Señor Jesucristo murió en la cruz por toda la humanidad (1 Juan 2:2) como un sacrificio sustitutivo (Isaías 53:5-6). Sostenemos que su muerte es suficiente para proveer la salvación para todos los que le reciben como Salvador (Juan 1:12; Hechos 16:31); que nuestra justificación está fundamentada en el derramamiento de su sangre (Romanos 5:9; Efesios 1:17) y que está atestiguada por su resurrección literal y física de entre los muertos (Mateo 28:6; 1 Pedro 1:3).
Creemos que el Señor Jesucristo ascendió al Cielo en su cuerpo glorificado (Hechos 1:9-10) y que ahora está sentado a la diestra de Dios como nuestro Sumo Sacerdote y Abogado (Romanos 8:34; Hebreos 7:25).
4.-EL ESPIRÍTU SANTO
Creemos en la deidad y personalidad del Espíritu Santo (Hechos 5:3-4). Él regenera a los pecadores (Tito 3:5) y mora en los creyentes (Romanos 8:9).
Él es el sello mediante el cual, el Padre garantiza la salvación de los creyentes hasta el día de la redención (Efesios 1:13-14). Él es el divino Maestro que ilumina el corazón y la mente de los creyentes mientras estudian la Palabra de Dios (1 Corintios 2:9-12).
5.- EL HOMBRE Y SU CAIDA
Creemos que el hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios, creemos que toda la humanidad, por la caída de Adán, ha heredado una naturaleza pecaminosa, que todos los seres humanos escogen pecar (Romanos 3:23) y que todo pecado es sumamente ofensivo a Dios (Romanos 6:23).
La humanidad es totalmente incapaz de remediar su estado caído (Efesios 2:1-5,12).
6.- LA SALVACION DEL HOMBRE
Creemos que la salvación es recibida por gracia solamente, por medio de la fe solamente y en Cristo solamente. Las buenas obras y la obediencia son los resultados de la salvación, no requisitos para la salvación.
Debido a la grandeza, la suficiencia y la perfección del sacrificio de Cristo, todos aquellos que verdaderamente han recibido a Cristo como Salvador están eternamente seguros en la salvación, guardados por el poder de Dios, seguros y sellados en Cristo para siempre (Juan 6:37-40; 10:27-30; Romanos 8:1, 38-39; Efesios 1:13-14; 1 Pedro 1:5; Judas 24).
Tal como la salvación no puede ser ganada por buenas obras, tampoco necesita las buenas obras para ser mantenida o sustentada. Buenas obras y vidas transformadas son los resultados inevitables de la salvación (Santiago 2).
7.- LA IGLESIA Y SUS ORDENANZAS
Creemos que la Iglesia, el Cuerpo de Cristo; es un organismo espiritual compuesto de todos los creyentes de la presente era (1 Corintios 12:12-14; 2 Corintios 11:2; Efesios 1:22-23; 5:25-27).
Creemos en las ordenanzas del Bautismo de los creyentes en agua por inmersión como un testimonio a Cristo y una identificación con Él y en la Cena del Señor como un recordatorio de la muerte de Cristo y el derramamiento de su sangre (Mateo 28:19-20; Hechos 2:41-42; 18:8; 1 Corintios 11:23-26).
La Cena del Señor, que consiste en la participación de las especies eucarísticas–el pan y el fruto de la vid–es el símbolo que expresa nuestra participación de la naturaleza divina de nuestro Señor Jesucristo (2 Pedro 1:4); un recordatorio de sus sufrimientos y su muerte (1 Corintios 11:26), una profecía de su segunda venida (1 Corintios 11:26) y un mandato para todos los creyentes "¡hasta que Él venga!
8.- EL BAUTISMO DEL ESPÍRITU SANTO
Todos los creyentes tienen el derecho de recibir y deben buscar fervientemente la promesa del Padre, el bautismo en el Espíritu Santo y fuego, según el mandato del Señor Jesucristo.
Esta era la experiencia normal y común de toda la primera iglesia cristiana. Con el bautismo viene una investidura de poder para la vida y el servicio y la concesión de los dones espirituales y su uso en el ministerio (Lucas 24:49; Hechos 1:4, 8; 1 Corintios 12:1–31). Esta experiencia es distinta a la del nuevo nacimiento y subsecuente a ella (Hechos 8:12–17; 10:44–46; 11:14–16; 15:7–9). Con el bautismo en el Espíritu Santo el creyente recibe experiencias como la de ser lleno del Espíritu (Juan 7:37–39; Hechos 4:8), una reverencia más profunda para Dios (Hechos 2:43; Hebreos 12:28), una consagración más intensa a Dios y dedicación a su obra (Hechos 2:42) y un amor más activo para Cristo, para su Palabra y para los perdidos (Marcos 16:20).
9.- LA SANTIFICACIÓN
La santificación es un acto de separación de todo lo malo y de dedicación a Dios (Romanos 12:1, 2; 1 Tesalonicenses 5:23; Hebreos 13:12). La Biblia prescribe una vida de "santidad sin la cual nadie verá al Señor" (Hebreos 12:14). Por el poder del Espíritu Santo podemos obedecer el mandato que dice: "Sed santos porque yo soy santo" (1 Pedro 1:15, 16).
10.- LAS COSAS POR VENIR
Creemos en la bendita esperanza (Tito 2:13), la venida personal e inminente del Señor Jesucristo para arrebatar a sus santos (1 Tesalonicenses 4:13-18). Creemos en el regreso visible y corporal de Cristo a la tierra con sus santos para establecer su prometido reino milenario (Zacarías 14:4-11; 1 Tesalonicenses 1:10; Apocalipsis 3:10; 19:11-16; 20:1-6).
Creemos en la resurrección física de todos los hombres – los santos para el eterno gozo y felicidad en la Nueva Tierra y los impíos para el tormento eterno del lago de fuego (Mateo 25:46; Juan 5:28-29; Apocalipsis 20:5-6, 12-13).
Creemos que las almas de los redimidos, al morir; están ausentes del cuerpo y presentes al Señor, donde aguardan su resurrección, cuando el espíritu, el alma y el cuerpo sean reunidos para ser glorificados para siempre con el Señor (Lucas 23:43; 2 Corintios 5:8; Filipenses 1:23; 3:21; 1 Tesalonicenses 4:16-17). Creemos que las almas de los incrédulos, después de la muerte, permanecen en una miseria consciente, hasta su resurrección cuando, con alma y cuerpo reunidos, se presentarán delante del juicio del Gran Trono Blanco y serán echados al Lago de Fuego para sufrir el castigo eterno (Mateo 25:41-46; Marcos 9:43-48; Lucas 16:19-26; 2 Tesalonicenses 1:7-9; Apocalipsis 20:11-15)