OBRAS DE LA CARNE VS FRUTOS DEL ESPIRÍTU
GALATAS 5:16-26
La Libertad a veces puede desencadenar en Libertinaje, pero el Espíritu Santo nos capacita para vencer a los deseos de la carne, cuando nos sometemos de forma permanente a su poder y dominio; es decir, cuando estamos sometidos a su control y obediencia, el Espíritu Santo es quien nos impulsará a ir por el camino de Dios, a cumplir su perfecta voluntad.
Antes que nada, debemos tener en cuenta que todos los creyentes tienen la presencia del Espíritu Santo, todos los creyentes tienen la Presencia del Espíritu Santo y habita en ellos.
(Efesios 1:13, Romanos 8:9, 1ª Corintios 6:19-20)
Hay un Principio Espiritual en estos versículos, y es el Andar o vivir controlados por el Espíritu, es decir, como una Nueva Criatura (2ª Corintios 5:17), pero encontramos una Oposición entre nuestro espíritu (lo que está siendo santificado), y nuestra carne (nuestra naturaleza caída o pecaminosa)
No hay nada, absolutamente nada en común entre el Espíritu de Dios y las tendencias, deseos y operaciones de la carne; salvo que ambas luchan a la vez que co-habitan en nosotros, hasta que muramos y partamos a la Presencia del Señor, o él venga en gloria antes y seamos glorificados.
Vida de esclavitud a nuestros deseos o Vida de libertad bajo el control de Dios; ¿Cuál prefieres?
Por ello, dentro de todos y cada uno de nosotros (cristianos) hay un terrible conflicto, en el cual no podemos hacerle frente según nuestras fuerzas; y es el que el mismo Pablo padeció y sufrió y describe en Romanos 7; ya que dentro de cada Cristiano viven y habitan 2 naturalezas (la vieja y pecaminosa y la nueva y espiritual), y lo hacen en una incesante lucha de intereses contradictorios.
Romanos 7:15-24 «Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago. Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena. De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí. Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. Porque NO hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí. Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí. Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros. !!Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?»
¿CÓMO CONSEGUIR LA VICTORIA EN ESTA LUCHA?
El Versículo 18 (el cual tiene cierto paralelismo con Romanos 6) nos dice que los santificados no están bajo la Ley, sino en un nivel más alto, están dentro de la esfera de la Gracia.
Romanos 6:14-15 «Porque el pecado NO se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia. ¿Qué, pues? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? En ninguna manera.»
La Ley no tiene nada que ver ni nada que hacer allí donde el fruto de la Obra de Cristo se vivifica plenamente en la vida del creyente por continua operación del Espíritu Santo.
Dejarse GUIAR POR EL ESPÍRITU SANTO garantizará la Libertad frente a la Ley; ya que hará libremente lo que está bien, movido por un deseo y aun amor de agradar al Señor y no por la Ley; pues la Ley está relacionada con nuestra carne (véase Romanos 7:5), y nuestra carne está totalmente en contra de nuestro espíritu.