COMPARARSE CON LOS DEMAS SIEMPRE LLEGA A LA CODICIA
Ecl 6:9 Más vale vista de ojos que deseo que pasa. Y también esto es vanidad y aflicción de espíritu.
Caminas a la casa de alguien más, y lo primero que haces es hacer comparaciones: “¡Me gusta ese piso! ¡mira esas cortinas! ¡Guau, qué televisión!” Pasas caminando al lado de alguien y piensas, “Me gusta lo que le hizo a su cabello; el mío se ve terrible hoy”. Constantemente estás comparando, y eso te mantiene frustrado. ¡Tienes que dejar de hacerlo! Si vas a aprender sobre contentamiento, debes dejar de comparar tu vida con la de todos los demás.
También debes aprender a admirar sin querer adquirir. Necesitas aprender a regocijarte en la prosperidad de otros sin estar celoso, ni envidioso, ni sentir como que tú también lo tienes que tener.
El primer paso para ser una persona con contentamiento es dejar de compararte con los demás.
No es solo una buena idea dejar de comparar; es un mandamiento. Éxodo 20:17 dice, “No codicies la casa de tu prójimo… ni nada que le pertenezca” (NVI).
La codicia significa el deseo incontrolable de adquirir. Es un pecado muy grave que debemos evitar, que está incluido en los diez mandamientos. La palabra “codicia” en griego significa “agarrar o sujetar tan fuertemente algo que tus manos están apretadas; ni siquiera puedes dejarlo ir”. Si Dios alguna vez te da algo y te dice que lo tienes que dar y tú no puedes, tú no eres el dueño, eso te ha adueñado a ti.
Dios no está diciendo que nunca deberías tener un deseo por algo. Pero cuando un deseo se vuelve incontrolable, eso es codicia. Cuando tu deseas algo que no es tuyo, eso está mal.
No puedes ser una persona con contentamiento hasta que aprendas a no comparar. ¿Por qué nunca debes comparar? Porque comparar siempre lleva a la codicia.