Rom 8:5 Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu.
Cuando no habíamos conocido de Dios vivíamos en tinieblas, vivíamos en los deleites de la carne y en los deleites del mundo, cuando confesamos a Jesús como señor de nuestras vidas, Dios permitió que su Espíritu Santo Morara en el corazón del creyente para guiarlo, para consolarlo, para enseñarle a vivir en el espíritu, porque los que viven según la carne no pueden agradar a Dios, cuando no conocíamos a Dios, estábamos habituados al pecado, habituados a hacer lo malo, habituados a los vicios , solo con la presencia del Espíritu Santo en nuestro interior sería posible comenzar a vivir una vida que fuera agradable a Dios, no podemos decir que ya vivimos en el espíritu porque nos agrada una alabanza, te puede agradar muchas alabanza pero si aún no tienes la capacidad de perdonar a los que te han dañado, como podemos decir que ya vivimos en el espíritu, siendo el amor el primer fruto del Espíritu. Vivir en el espíritu es amar aún a los que nos han dañado y no nos aman a nosotros.